La creación de la Mesa Nacional de Prensa. Las empresas de comunicación monopólicas han configurado un mercado cada vez más concentrado. Este dato refuerza la necesidad de negociar colectivamente: los sindicatos de prensa ya no pueden sentarse por separado ante las patronales. Por Carlos Saglul (Secretario Adjunto del SiPreBA)
Las empresas de comunicación monopólicas han configurado un mercado cada vez más concentrado. Este dato refuerza la necesidad de negociar colectivamente: los sindicatos de prensa ya no pueden sentarse por separado ante las patronales. Durante muchos años, la inacción en todos los planos que caracterizó a la Unión de Trabajadores de Prensa contribuyó a que los gremios del sector en todo el país negociaran salarios y condiciones de trabajo en forma separada con enormes monopolios que controlan diarios, canales de televisión, radios, telefonía celular y redes de cable en toda la geografía nacional.
A pesar de su juventud, el SiPreBA no solo tiene en cuenta la necesidad estratégica de cambiar la correlación de fuerzas en su territorio original, la ciudad de Buenos Aires, donde la mayoría de los trabajadores de prensa no están contenidos gremialmente. Una asignatura pendiente en materia de inclusión gremial, es el caso de las cooperativas y empresas recuperadas que debe ser encarada vía reforma de los estatutos originales de nuestra organización, redactados de acuerdo a las recomendaciones de Ministerio de Trabajo, como vía insoslayable para obtener el reconocimiento de la organización.
Enfrentar a las corporaciones mediáticas de la comunicación requiere de una aceitada organización nacional, de ahí la coordinación de nuestro accionar con la FATPREN (Federación Argentina de Trabajadores de Prensa), el Sindicato de Prensa de Córdoba (Cispren) y la Fetraccom (Federación de Trabajadores de la Cultura y la Comunicacion de la CTA de los Trabajadores) materializada en la integración de la Mesa Nacional de Prensa. Su bautismo en la calle fue la histórica movilización del 8 de junio pasado para denunciar el ajuste materializado en el despido de miles de compañeros, el vaciamiento de empresas y un notable retroceso salarial que supo acompañar la inacción del Ministerio de Trabajo y la complicidad de ese sello al servicio de las patronales que es la de la UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires).
El Sipreba no es creación de ninguna mente iluminada. Fue gestado bien desde abajo, en las luchas salariales y asambleas, redacción por redacción, a medida que los compañeros entreveían en la solidaridad y la organización la única oportunidad de defender sus puestos de trabajo y condiciones laborales. No somos un fenómeno aislado. Basta ver la enorme transformación que ha sufrido la FATPREN, una organización que ha renovado su conducción y está presente en las crecientes luchas del gremio de prensa en el Interior del país, en los paros masivos de Santa Fe, las contundentes medidas de fuerza de los gremios de Córdoba y Mendoza.
Sobrellevamos una difícil coyuntura caracterizada por el desmantelamiento del pool de medios sostenidos por el kirchnerismo creado como contrapeso a los monopolios tradicionales. La experiencia terminó degenerando en corrupción, vaciamiento empresario y los principales afectados no fueron los empresarios amigos del Poder (Szpolski-López-Olmos) sino los propios trabajadores de prensa, abandonados y despedidos en la mayoría de los casos sin siquiera cobrar indemnización.
Esta “crisis” del sector está enmarcada en otra más grave. Aquí el eufemismo “crisis” encubre nuevamente otra gran reconversión de la economía local y regional (en especial Brasil después del golpe institucional contra Dilma Rousseff) signada por una profundización de hegemonía neoliberal y la consiguiente profundización regresiva de la distribución de la riqueza con su secuela de despidos, bajos salarios, eliminación de los derechos laborales más esenciales, pérdida de la capacidad de negociación de las organización sindicales y profundización del control policial y militar sobre las protestas sociales. La unidad en la acción, entonces, es más necesaria que nunca.
En momentos de crisis como el que vivimos donde el neoliberalismo empuja a grandes sectores de la sociedad al logro diario ya no de “vivir” sino de “sobrevivir”, no hay que perder de vista que la peor exclusión que se puede sufrir no es la del hambre, es la del sentido de vida, la posibilidad de la esperanza. Por eso el Sipreba, la Mesa Nacional de Prensa, las organizaciones obreras que nacemos, crecemos y nos proyectamos con sentido de clase en este tiempo de crisis: no somos nada más -y nada menos- que instrumentos de los que dan la pelea cada vez con más fuerza, exigiendo un país que nos contenga sin exclusiones, con trabajo, justicia social y dignidad.