Carla Gaudensi, miembro de la comisión directiva del SiPreBA y delegada gremial en la Agencia Nacional de Noticias Télam, participó, como única representante argentina, del encuentro internacional “Feminist Class Politics – Exchanging Theory And Practice” (Política de Clase Feminista – Intercambiando teoría y práctica), organizada por la Fundación Rosa de Luxemburgo.
El SiPreBA y la histórica lucha de Télam en un encuentro feminista internacional en Serbia
Carla Gaudensi, miembro de la comisión directiva del SiPreBA y delegada gremial en la Agencia Nacional de Noticias Télam, participó, como única representante argentina, del encuentro internacional “Feminist Class Politics – Exchanging Theory And Practice” (Política de Clase Feminista – Intercambiando teoría y práctica), organizada por la Fundación Rosa de Luxemburgo.
El evento se realizó en Belgrado, Serbia, entre los días 30 de septiembre y 4 de octubre y contó con referentes feministas de diferentes países del mundo para debatir y contar experiencias sobre el Paro Internacional de Mujeres y la masificación de la organización y los reclamos feministas en el mundo.
Gaudensi compartió la importancia y centralidad que tuvo la organización feminista de lxs trabajadorxs de Télam en la lucha histórica que vienen dando para hacer frente a los despidos masivos, producto de las políticas de ajuste del gobierno de Cambiemos. Se trata, también, de una pelea ejemplar contra el vaciamiento de los medios públicos en la Argentina, que obligó a la empresa, tras casi cuatro meses de conflicto, a dar marcha atrás con 260 despidos por decisión de la Justicia, que los declaró ilegales. Su exposición también hizo referencia a las políticas de géneros y organización que se vienen trabajando hacia adentro del SiPreBA.
A continuación, compartimos su exposición completa:
Paro Internacional de Mujeres: algunos conceptos
Lejos de la rivalidad entre mujeres que el patriarcado nos ha querido imponer milenariamente, la solidaridad es la potencia máxima de la lucha feminista. Ejemplo de ello son precisamente las redes que se han tejido en pocos meses entre organizaciones feministas de todo el mundo para realizar el Paro Internacional de Mujeres el 8 de Marzo de 2017, del que participaron millones de mujeres de 54 países y de más de 60 ciudades de Argentina y que se ha replicado fuerte este año. Esa solidaridad es, también, la que marca la transversalidad del feminismo y de la sororidad entre mujeres, lesbianas, travestis y trans no sólo de todo el mundo, sino también de todos los sectores de la sociedad. La lucha feminista atraviesa todos los estratos, todos los vínculos, todos los recovecos de nuestras vidas y nos encuentra organizadas. Está en las calles, pero también en los sindicatos, en las organizaciones sociales y políticas, en el trabajo, en la casa, en la escuela, en las universidades, en la cama, en nuestros lazos comunitarios y territoriales. Quedó instalada en la agenda política y mediática, porque intentar invisibilizarla tiene sus costos. Y es, claramente, el movimiento político y colectivo más potente de los últimos años.
El Paro Internacional de Mujeres en la Argentina
El feminismo es, sin dudas, el movimiento más amplio y transversal que tiene hoy la Argentina. Porque no sólo confluyen allí las demandas de millones de mujeres de todos los sectores, regiones, razas y etnias, sino también los reclamos de diversos colectivos que encuentran allí el lugar para impulsar sus reclamos junto a las reivindicaciones históricas del feminismo. Y si bien tiene su larga historia en nuestro país, la masividad que alcanzó el en los últimos tres años no sólo ha sido posible por las redes tejidas entre mujeres, lesbianas, travestis y transexuales organizadas en el país, sino que no hubiera sido posible de no ser porque esas redes trascendieron fronteras y se tejieron con compañeras de diversos países del mundo.
Así es como nace el movimiento Ni Una Menos, que tuvo su primera manifestación espontánea el 3 de junio de 2016, en una convocatoria de la que fueron protagonistas varias compañeras del gremio de prensa a través de las redes sociales. La marcha se gestó luego una sucesión de femicidios que tuvieron fuerte repercusión en la sociedad argentina. Pocos meses antes, en octubre de 2015, se había realizado el 30° Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de Mar del Plata, a 400 kilómetros de Buenos Aires, donde miles de mujeres fuimos reprimidas en lo que sería el comienzo de una oleada de represión y amenazas fascistas a manifestantes y activistas feministas que se mantiene hasta hoy. No es casualidad que el avance represivo y aleccionador al movimiento feminista suceda en un país donde en diciembre de 2015 ganó el gobierno de CEOS de Cambiemos, liderado por el presidente Mauricio Macri. Tampoco es casualidad que en paralelo el movimiento de mujeres argentino se haya consolidado y masificado desde entonces. Mientras se recortan derechos y se avanza en la represión y estigmatización de las luchas populares, el feminismo se enaltece y crece hasta convertirse en una marea de la que ya nadie se puede desentender.
El 8 de octubre de 2016, otro cruento femicidio sacudió a la opinión pública: el de Lucía Pérez, una joven de 16 años que fue violada y empalada hasta morir. Ese mismo fin de semana, cerca de 100.000 mujeres participábamos del 31° Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, en lo que fue el encuentro feminista horizontal y más masivo del mundo. Y éramos, otra vez, brutalmente reprimidas. Es en ese contexto que se gesta el primer Paro de Mujeres en Argentina, que se llevó a cabo el 19 de octubre, con cese de tareas durante una hora, ruidazos y movilización con miles de mujeres, lesbianas, travestis y trans vestidas de negro. Pero ya no sólo se reclamaba contra los femicidios cada vez más crueles o contra la violencia física y sexual: la protesta se extendió contra la violencia económica y laboral en medio de una avanzada de despidos, de condiciones de mayor precarización y de recorte de derechos que afectan diferencialmente a las mujeres, travestis y trans.
Dos semanas antes, en Polonia, las mujeres hicieron una huelga de un día contra una legislación que criminalizaba el aborto voluntario e involuntario y que obligó al gobierno a dar marcha atrás. El caldero empezaba a encender llamas cada vez más espesas y a fines de octubre de ese año empieza a organizarse lo que fue el primer Paro Internacional de Mujeres que se realizó el 8 de marzo de 2017, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, bajo un mismo lema: “la solidaridad es nuestra arma”. En enero, otra movilización feminista arrasaba en diferentes países del mundo, la Women´s march, para defender los derechos de las mujeres y la igualdad de derechos de la comunidad LGTB nacida frente a las declaraciones machistas del presidente Donald Trump. El 8 de marzo 2018, el Paro Internacional de Mujeres volvía a replicarse con más fuerza.
“Vivas, libres y con trabajo nos queremos”. El slogan del “Ni una menos” comenzó a expandirse, mientras se organizaba el primer Paro Internacional de Mujeres (PIM) en 2017, a través de numerosas asambleas multitudinarias, conformadas por un heterogéneo conjunto de mujeres autoconvocadas y organizadas en diferentes ámbitos sindicales, sociales, estudiantiles y políticos. Es que la organización de ambos PIM también fue transversal, solidaria y sobre todo horizontal, donde todas las participantes tuvimos lugar a la palabra. Con largas jornadas de intercambio y debate, ambas huelgas se desarrollaron en un contexto de políticas de ajuste económico, pero también de derechos. Y fue en ese marco que las mujeres sindicalizadas también nos organizamos para exigirle a las centrales obreras, lideradas por varones, que garantizaran las huelgas de mujeres, lesbianas, travestis y transexuales, y que incluyan la agenda del movimiento de mujeres en las negociaciones paritarias y los conflictos sindicales y sociales.
Fue en las asambleas abiertas donde se consensuaron las principales consignas de ambas huelgas, en las que también se realizaron grandes movilizaciones en todo el país. En 2017, fueron ocho los ejes reclamo que se leyeron en un documento consensuado, entre ellos para hacer “visible el mapa del trabajo en clave feminista; decir basta a las violencias y femicidios” y “para exigir aborto legal seguro y gratuito”.
Los mismos puntos se replicaron en 2018 en el que el reclamo por la legalización de interrupción voluntaria del embarazo tomó más fuerza y fue una de las discusiones centrales durante todo el año. La lucha por el aborto legal seguro y gratuito fue, en efecto, el tema central de la lucha feminista argentina este año, y se instaló fuerte en la agenda política y pública luego de que por primera vez fuera discutido en el Congreso de la Nación. Su tratamiento movilizó a millones de mujeres en todo el país con pañuelos verdes, símbolo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que tiene 12 años de trayectoria y que este año llegó con su debate a todos los rincones del país.
Este año, también, fuimos las mujeres las que logramos conformar una unidad sindical en las calles, donde las trabajadoras de las diferentes centrales obreras, sindicatos y movimientos de la economía popular conformamos un bloque para marchar todas juntas y gritar que “Las trabajadoras nos paramos contra el ajuste”.
Frente al regreso del FMI, rebeldía feminista
Luego del segundo PIM llegó el intento de disciplinamiento financiero, de la mano del retorno del FMI a la Argentina, que vino a profundizar el ajuste en el país. Ese fue otro de los temas que el feminismo tomó para sumar a su rebeldía. Y es aquí donde quiero detenerme para contar sobre la lucha sindical que venimos llevando adelante los y las trabajadoras de la Agencia Nacional de Noticias Télam, donde me desempeño como delegada gremial desde hace 6 años. Porque es el terreno donde desarrollé la mayor parte de mi recorrido militante y porque es un claro ejemplo de cómo el ajuste y los mandatos financieros vienen a disciplinar a los y las trabajadores organizados.
El 26 de junio, un día después de la 3ra huelga general contra el gobierno de Macri, el Directorio de la Agencia Nacional de Noticias Télam despidió a 354 trabajadoras y trabajadores de las áreas de Periodismo y Administración, un hecho inédito en la historia de los medios de comunicación en la Argentina. Los despidos se produjeron el 26 de junio, el día siguiente de la 3ra huelga general contra el gobierno de Macri y su política social y económica. Hace unos días se llevó adelante la 4ta huelga general. Esta masacre laboral fue la primera iniciativa contra la clase trabajadora del gobierno luego del acuerdo con el FMI. A esos 354 se suman 3 despidos anteriores, por eso decimos que la lucha es por los 357.
De ese total, 139 somos mujeres, la mayoría de ellas somos jefas de hogar y el 64% estamos sindicalizadas. Previo a este desguace, la agencia ya tenía un déficit de paridad: sólo el 34% de la planta éramos mujeres.
¿Qué es Télam?
Es la agencia estatal de noticias y publicidad con cobertura en todo el país. Cuenta con corresponsalías en las diferentes provincias y regiones de Argentina lo cual le da un rol central a la hora de garantizar la información de manera pública y federal. Télam abastece a todo el sistema de medios con información fidedigna a través de un servicio de cables, un portal web, un sector audiovisual y una radio que provee boletines informativos para todas las radios del país. Además históricamente ofició de contralor de la pauta publicitaria oficial que asigna el Estado argentino a los medios de comunicación.
Télam y las luchas de género
Télam tiene una historia en relación a políticas de igualdad: es uno de los escasos medios que contó con un jardín materno paternal hasta 2007, cuando fue cerrado por las autoridades. Desde entonces, trabajadoras y trabajadores desarrollaron una acción colectiva para reabrirlo que aún hoy no cesa y, que con este vaciamiento que intentan provocar, se refuerza.
Télam, por impulso de sus trabajadoras, tuvo una guía de estilo para cubrir temáticas de género; sus periodistas fueron premiadas por las coberturas inclusivas y se impulsó un protocolo de prevención y asistencia a víctimas de violencia de género dentro de la empresa.
Télam fue parte del movimiento Ni Una Menos desde sus orígenes y las coberturas sobre estas movilizaciones fueron de las más utilizadas por los medios de todo el país. También cubrió cada Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), a excepción del último, en 2017, que no contó con la autorización de los directivos para que las periodistas pudieran viajar a la provincia de Chaco. En estos días, volveremos a participar del 33 ENM, donde llevaremos nuestro nuestra lucha en defensa de nuestros puestos de trabajo y de la Agencia Nacional de Noticias.
Télam estuvo presente en cada debate y presentación que se realizó por la legalización del Aborto Seguro, Legal y Gratuito hasta su aprobación en la Cámara de Diputados, el 14 de junio pasado. No pudimos estar presentes oficialmente en la cobertura de la discusión que se dio en el Senado, en agosto pasado, como consecuencia del desguace, pero en el marco del plan de lucha participamos activamente en las actividades y en la movilización. Además realizamos una cobertura autogestiva desde somostelam.com, la web de la asamblea de trabajadores que sostiene el paro y la permanencia. Por otra parte, las senadoras y senadores, que vienen solidarizándose desde el primer día, sesionaron con los carteles con la consigna “Acá falta Télam” en sus bancas. Esto permitió visibilizar el reclamo al conjunto de la sociedad en una jornada tan importante.
El ajuste y el vaciamiento de la agencia también pueden ser leídos como una manera de disciplinar específicamente a las mujeres, que encuentra su primer antecedente en el 8M, el paro internacional de mujeres, lesbianas, travestis y trans de este año, cuando el Directorio de la empresa nos sancionó a ocho compañeras que participamos de la protesta realizando un “ruidazo” con bidones de agua vacíos en la puerta. Seis de ellas fueron despedidas. Las dos restantes, fuimos sancionadas pero no despedidas debido a nuestros fueros sindicales.
Al ajuste de las cuentas, entonces, se le suma el “ajuste” de los contenidos. Así como volaron de un plumazo 6 corresponsalías de las 27 que cubrían el territorio nacional, vaciaron las secciones periodísticas que históricamente se ocuparon de las mujeres, de sus luchas y derechos, del desamparo frente a una justicia que en muchas ocasiones protege a violentos y abusadores, de la visibilización de las muertes y problemáticas que se generan por el aborto clandestino, de las disidencias sexuales y de las violaciones de derechos generadas por la homofobia y transfobia.
Sólo de la sección Sociedad despidieron a seis periodistas, todas formadas en perspectiva de género y comprometidas en producir contenidos específicos sobre estas temáticas.
En la sección Policiales -pionera en abandonar el concepto de “crimen pasional” y hablar de femicidios-, despidieron a la compañera que, entre otras miles de coberturas, trabajó incansablemente durante el juicio por el travesticidio de Diana Sacayán.
Como parte de la depredación, también quedaron afuera las únicas dos mujeres encargadas de las coberturas deportivas.
Son sólo ejemplos. Hay más. Somos un centenar de historias. Pero, sobre todo, somos la muestra de que hay temas para este gobierno que no pueden o deben ser noticia. Justo en el país en el que se gestó el “Ni una menos”.
Por eso gritamos bien fuerte: “Si callan a Télam, callan a todas”.
Por esto, también, decimos que no es solo un conflicto por las fuentes de trabajo y nuestros derechos laborales, sino también por el derecho a la información pública, en un contexto de país en el que despidieron a más de 3000 periodistas en dos años y medio, cerraron medios de comunicación y hay cada vez menos voces para garantizar la libertad de expresión.
En estos momentos, a 100 días de iniciado el conflicto, continúa el paro total de actividades en la agencia y la permanencia pacífica en los dos edificios, con fallos judiciales que hasta el momento nos dieron la razón y declararon ilegales los despidos. A la vez, la empresa y el gobierno intentan presionar a la justicia para que esos fallos sean revisados, efectúa descuentos de salarios a quienes no fuimos despedidos y sostenemos el paro de actividades y realiza una presión constante para que la gente trabaje. Además, lanzó una agencia paralela, manejada por funcionarios que saben poco y nada de periodismo, y que tiene múltiples errores, no está actualizada, lo cual demuestra también la fortaleza de las medidas de fuerza. No es común en Argentina que un paro se sostenga durante tanto tiempo, y mucho menos en un medio de comunicación.
El gremio de prensa, Ni una menos y las luchas de género
En las últimas décadas, en la Ciudad de Buenos Aires las trabajadoras y los trabajadores de prensa sufrimos un abandono por parte de nuestro anterior sindicato. Es por eso que formamos una nueva organización gremial, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), que tiene cuerpos de delegados en los medios de comunicación más importantes del país: Clarín, Infobae, La Nación, Página 12, Perfil, los canales Telefé, Canal 13 y TN, América TV, entre otros. Entre otras secretarías, el sindicato cuenta con una Secretaría de Mujeres y Géneros. Desde allí, primero con reuniones y luego con asambleas de mujeres abiertas a todas las compañeras del gremio, además de consolidar la organización sindical, nos dimos la tarea de organizarnos como mujeres trabajadoras.
Por un lado, dimos un debate en torno a la violencia machista que sufrimos las mujeres adentro y afuera de las redacciones. Para abordar esta cuestión, que no es sencilla ni exclusiva de nuestro gremio, elaboramos primero una encuesta para conocer las situaciones de desigualdad hacia adentro de las redacciones y luego elaboramos un protocolo de intervención ante denuncias de violencia de género que aún no está cerrado. El protocolo cuenta con tres facetas, discriminado de acuerdo a si: a- cuando la trabajadora sufre violencia en el ámbito familiar o doméstico, planteando cómo intervenir acompañando a la víctima con políticas ya sea económica o psicológica desde la empresa, b- cuando la violencia es en el mismo ámbito laboral, c- cuando la violencia se ejerce desde la organización o en la situación que el agresor sea miembro de la misma.
Nuestra experiencia elaborando un protocolo contra la violencia machista, es consultada por muchas organizaciones sindicales, debido a que hay muy pocos antecedentes de construcciones de estas características. El mismo fue elaborado a partir de la consulta con referentes feministas, profesionales, abogadas de la UFEM (Unidad Fiscal especializada en violencia contra las mujeres).
Paralelamente, realizamos talleres de formación para mujeres y varones, donde repensamos colectivamente el rol de nuestros dirigentes y la reproducción de prácticas patriarcales al interior de las organizaciones y la posición de poder que muchas veces ostentan.
Sabemos que los medios de comunicaciones cumplen un rol fundamental a la hora de reproducir el orden social vigente, de generar opinión y sentido común. Ese orden social es, entre otras cosas, profundamente machista. El rol de los medios es el de generar estereotipos, vulgarizar a la mujer y las identidades disidentes, reproducir los prejuicios sociales. Allí, las trabajadoras de prensa, muchas de las cuales crearon el movimiento Ni Una Menos, cumplimos un papel muy importante no sólo difundiendo casos de mujeres víctimas de la violencia machista, sino también cuestionando ese rol de los medios de comunicación. Desde SiPreBA en particular, las periodistas realizamos diferentes reclamos a sus propias patronales contra los contenidos que producen los medios para los cuales trabajamos. Un ejemplo de ello, es el caso de la asamblea de trabajadoras de Clarín y el Olé que este 8 de Marzo, Día internacional de la Mujer Trabajadora, se pronunció para que el diario deportivo deje de incluir en sus páginas lo que llamaban “Diosa, la chica Olé”, que era sencillamente una mujer posando en ropa interior con los colores de determinado equipo de fútbol, cosificando a las mujeres.
Mucho más contundente fue la declaración de trabajadores y trabajadoras de Editorial Atlántida que en 2016 redactaron un manifiesto del que quiero destacar una parte:
“Somos responsables de las colas del verano durante tres meses en las tapas de espectáculos; de los zoom enormes a las partes íntimas de doble página; de la mujer con cintura imposible de las revistas femeninas; de las dietas mágicas que no siempre son saludables; de la obsesión por la imagen; de los trastornos alimentarios de las adolescentes que consumen fantasía; de fomentar a una mujer todopoderosa que no sufre y que cuando tiene algún problema lo soluciona en el shopping; de la mujer cosificada; de aquella que aprende nuevas poses sexuales para satisfacer a su hombre y que no se vaya con otra. Nos están matando de a una, de las formas más aberrantes y en las tapas de nuestras revistas seguimos dando tips de belleza, alternativas de dietas y movidas para seducirlos.
Somos responsables en cierto punto y debemos hacernos cargo, pero también somos los contrariados, los que luchamos con remos invisibles pero enormes contra esos estándares, los que cuando nuestros jefes están distraídos le hablamos a esa mujer que lucha, que se rebela, que se empodera, que sueña, que rompe cadenas, que se libera, que pelea y que cuida de otras mujeres. No queremos más niñas ni mujeres muertas, vivas nos queremos. Y porque no somos el medio para el que trabajamos, nos unimos en esta lucha”.
Este es un debate interno que solemos tener al interior de los medios, si tenemos o no responsabilidad en los contenidos que producen las empresas para las que trabajamos. Es un debate abierto para el que no sirven posturas absolutas o cerradas. Como sindicato solemos plantear que los trabajadores no somos la línea editorial de la empresa para la que trabajamos, sino empleados asalariados. Pero a su vez, instamos en muchas ocasiones a las y los periodistas a ser responsables con la información y las coberturas que realizan, más aún en materia de derechos humanos, sociales, laborales y en particular, en este caso, de género.
Las redes existentes: el Ni Una Menos no nació de un repollo
El movimiento mujeres en la Argentina no nació con el Ni Una Menos. Nos preceden numerosas luchas que condensan otras luchas. Hace 41 años un grupo de mujeres decidió tomar las calles en busca de sus hijos y nietos desaparecidos por la Dictadura cívico militar que forma parte de nuestra historia reciente más oscura. Los pañuelos blancos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo son un símbolo de lucha por los Derechos Humanos en nuestro país que también ha trascendido las fronteras del país. Muchas de ellas –las que siguen vivas— también forman parte del movimiento feminista actual. Con bastones o sillas de rueda, también se calzan el pañuelo verde por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, y son, también partícipes de nuestras movilizaciones y reclamos. A ellas le debemos el valor de la memoria. Y abrazadas a ellas es que lograremos que el mundo sea más justo.
La masividad y la irreverencia que el movimiento feminista alcanzó en estos años es también producto de uno de los acontecimientos más revolucionarios y masivos que se realiza cada año en la Argentina desde hace 33 años: el Encuentro Nacional de Mujeres. Es el único encuentro del mundo que reúne a miles de mujeres, travestis y trans de forma autoconvocada y horizontal. Un evento que se caracteriza, además, por ser federal, autofinanciado, plural y profundamente democrático. Es allí donde se gestaron las principales redes que hoy se masifican cada vez más, conformando un enorme engranaje de solidaridad y lucha por las reivindicaciones feministas.
De los Encuentros Nacionales de Mujeres nacieron grandes movimientos que hoy tienen un importante lugar en la agenda política del país, como la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que ya tiene 12 años de historia y que este año logró que su proyecto de ley por la Interrupción Voluntaria del Embarazo sea debatido en el Palacio Legislativo nacional y que incorporó al feminismo a miles de adolescentes de todo el país. “La revolución de las hijas”, así lo llamó la periodista feminista Luciana Peker durante el debate de la ley en el Congreso y se transformó en un slogan del feminismo argentino en estos tiempos.
El proyecto de ley obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados en la madrugada del 14 de junio de este año, con una marea de más de 1 millón de mujeres en las calles, donde las adolescentes tuvieron un rol protagónico. Sin ir más lejos, muchas de ellas participaban por primera vez de una movilización feminista.A pesar del reclamo popular en las calles, el proyecto no fue aprobado por los Senadores en la segunda instancia legislativa, en un debate paupérrimo que se realizó el 8 de agosto, que atrasó siglos en los derechos de las mujeres, frente al lobby descarnado de la Iglesia católica y de los sectores más conservadores de la sociedad. Nada de eso pudo ser posible sin el aval político del gobierno de Mauricio Macri, cuya vicepresidenta y presidenta del Senado, Gabriela Michetti, fue cara visible del sector opositor a la legalización del aborto, auto-denominados “pro-vida”, o “anti-derechos”, como preferimos nombrarlos desde el feminismo. El debate sobre la legalización del aborto, sin embargo, caló hondo en la sociedad argentina, se instaló en la agenda política y mediática y no tiene retorno. Y trajo consigo a una oleada de jovencitas que están dispuestas a dar la batalla por la autonomía de sus cuerpos. Más temprano que tarde, será ley.
El debate sobre la legalización del aborto, a su vez, se viralizó de tal manera que cosechó la activa adhesión de importantes sectores y personalidades de la sociedad argentina, pero también de otros países. Hubo pañuelazos en todos los rincones del país y en diferentes embajadas argentinas de distintos países, como Nueva York, Berlín, El Salvador y Brasil. El efecto contagio, a su vez, sumó a mujeres de otros países, sobre todo de América latina, a iniciar su propia campaña por la legalización del aborto, también utilizando pañuelos con colores de identificación propia: ya tienen sus pañuelos identificativos organizaciones de Colombia, México, Chile, entre otros.
En nuestro sindicato, la comisión directiva tomó la decisión política de pronunciarse públicamente a favor del aborto, aún cuando dentro de las redacciones no todas las afiliadas o afiliados del gremio apoyaban la ley de interrupción del embarazo. Esta decisión fue casi excepcional en el ámbito sindical, debido a que las organizaciones gremiales en general no se pronunciaron. Acompañamos esta definición promoviendo pañuelazos en todas las redacciones periodísticas y con varias actividades públicas.
En los Encuentros Nacionales de Mujeres también se gestó la Campaña Nacional contra las Violencias hacia las Mujeres, que nació en 2012, y que está conformada por mujeres de diferentes organizaciones sociales y barriales. Con un fuerte componente territorial, esta organización busca difundir y promover la aplicación efectiva de la ley Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, promulgada en 2009, pero desarticulada por las políticas de ajuste.
Pero fue, sin dudas, el movimiento Ni Una Menos el que logró alcanzar la masividad de los últimos años. Con la misma tradición horizontal, el colectivo logró articular la organización de los dos Paros Internacionales de Mujeres convocando a diversas asambleas abiertas, de la que participaron mujeres nucleadas en diversas organizaciones sociales, políticas, sindicales, estudiantiles y territoriales. Y estableció lazos y redes con organizaciones de otros países para llevar adelante las huelgas internacionales.
Mientras tanto, se siguen tejiendo redes con mujeres de todo el mundo: actualmente, la Argentina también está siendo sede en la articulación del Foro Feminista contra el G20, un espacio internacional abierto y horizontal conformado por diversas organizaciones sociales, políticas y colectivos feministas que propone respuestas y alternativas a la política de liberalización y desregulación del G20 y el FMI.
Lo que falta: desafíos y propuestas
Las redes del movimiento feminista en todo el mundo se siguen tejiendo y afianzándose. El efecto explosivo de las movilizaciones callejeras y de las campañas en las redes sociales ha marcado un camino del que es casi imposible volver atrás y ya hay quienes hablan de que estamos viviendo la cuarta ola feminista. Sin embargo aún son muchos los desafíos, no sólo en las luchas hacia adentro de los territorios donde el feminismo ya está instalado, sino con miras a aquellos países donde aún no se ha podido calar hondo en la organización de mujeres, lesbianas, travestis y trans paras sumarlas al próximo Paro Internacional de Mujeres.
En primer lugar, para alcanzar esos objetivos, considero fundamental el desarrollo de espacios de intercambio como este, donde nos encontramos feministas y militantes de diversos países del mundo para compartir nuestras experiencias de activismo y lucha y para debatir sobre las herramientas más propicias para alcanzar otros horizontes.
En segundo lugar, considero que el efecto contagio que vienen produciendo las movilizaciones masivas en distintos países es también un elemento clave. Todo ello no podría ser posible sin la organización de mujeres y de identidades disidentes hacia adentro de los espacios de militancia de los que venimos participando y donde aún debemos darnos fuertes debates con nuestros compañeros varones para erradicar las prácticas machistas, tan instauradas y tan difíciles de desarticular. Considero necesario trabajar para sumar a los compañeros al feminismo y para que el feminismo esté instaurado en todas nuestras prácticas.
Es menester, además, realizar diagnósticos y campañas de difusión y concientización en organizaciones territoriales, políticas y sindicales en aquellos países donde es más difícil penetrar, sobre todo en Latinoamérica, donde el catolicismo y el machismo está mucho más instaurado.
A partir de allí, propongo realizar intercambios con compañeras de otros territorios y países, para fomentar la organización como mecanismo de lucha colectiva. Esas redes e intercambios, más la lucha colectiva y la movilización en las calles, nos permitirán la revolución más transversal de todas las revoluciones: terminar con el patriarcado desde sus raíces, en pos de un mundo igualitario y más justo. Por un Paro Internacional de Mujeres que recorra cada rincón del mundo. El futuro es nuestro, compañeras.
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