Compartimos el comunicado de las y los compañeros de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina:
JOSÉ LUIS CABEZAS Y LA MEMORIA DE LA IMPUNIDAD.
Todos los años ARGRA recuerda el asesinato de José Luis Cabezas. En eso no nos diferenciamos de muchos otros colectivos y grupos de Argentina. No pasa semana sin que alguno recuerde a sus muertos sin justicia, o asesinados con vileza, o por negligencia, o por el estado, o por delincuentes con permiso. La lista es desoladora y cada uno puede repasarla para sí. No somos la excepción, ni José Luis el único muerto que nos duele. Cada 25 de enero pedimos justicia para José Luis, porque pedimos justicia para todos nosotros.
En su alegato en el juicio que condenó a los autores materiales de su homicidio, la querella de ARGRA sostuvo que José Luis resultó víctima casual de alguien que cometió su crimendesde la impunidad, para mostrar impunidad y con el fin de garantizarse impunidad. Esta es una característica que comparte con muchas otras víctimas. Crímenes en los cuales la víctima no importa, su humanidad no importa, sino importa su muerte como mensaje. Como mensaje hacia la sociedad, para aterrorizarla y hacerla sumisa; y como mensaje a otros que en las sombras entienden el lenguaje que a los demás nos llega como dolor y ausencia.
Al cumplirse el primer mes del asesinato de José Luis, ARGRA adoptó la consigna que identifica nuestra lucha: No se olviden de Cabezas. La impunidad de su crimen será la condena de la Argentina.
¿Cuál era esa condena que denunciábamos? La repetición de los crímenes impunes. Esa repetición tiene nombre y cada nombre invoca pérdida y dolor. La matriz es la misma, el resultado similar: Crímenes desde el poder, ofensivos en su exhibición y repercusión social; investigaciones que de tan ineptas resultan deliberadamente viciadas; jueces que no quieren, no saben o no pueden dilucidar lo que a cualquier ciudadano le resulta evidente.
Durante el juicio a los asesinos de nuestro colega, sólo ARGRA sostuvo que estaban siendo juzgados apenas los ejecutores de un plan ajeno. Que no estaba allí el suicidado autor intelectual del crimen, Alfredo Yabrán, pero tampoco quienes lo habían secundado en su armado. Que se habían omitido las pistas que apuntaban a la participación de las fuerzas de seguridad e inteligencia que acompañaron desde su origen el presunto imperio de Yabrán. Responsables del señalamiento y seguimiento de la víctima, la estrategia del homicidio, y el posterior control del daño producido a la organización por la respuesta social generada.
Las condenas recibidas fueron justas, pero su cumplimiento nos ha dejado un mal sabor. Como casi ningún otro condenado común, cada uno de los asesinos fueron recibiendo, sin prisa pero sin pausa, alivios a sus penas. Es probable que cada uno de esos alivios fueran ajustados a derecho, pero la sensación de pago por el silencio prestado no puede evitarse. Una justicia demasiado solícita, demasiado pendiente de los derechos y garantías de un interno, es difícil de conseguir invocando solo el derecho que le asiste.
Del mismo modo, llama mucho la atención, y en verdad escandaliza, que el poderoso Colegio Público de Abogados de la Capital Federal haya aceptado matricular al asesino Prellezo, mientras aún purgaba una condena firme, en contradicción con sus propias normas. No pudo haber existido ligereza, desconocimiento o error. Y si los hubo, allí estuvo la infatigable Gladys Cabezas para señalarlo a tiempo. Sin embargo, e increíblemente, el presidente del Colegio Público no se retractó. Peor aún, derivó de forma ilegal el caso a un Tribunal de Disciplina, que en lugar de convocar al condenado Prellezo, citó a declarar a Gladys, revictimizándola al preguntarle si tenía alguna animadversión especial con el asesino de su hermano.
Reclamamos públicamente al Colegio Público de Abogados de la Capital Federal que anule la matrícula de abogado del asesino convicto Prellezo, como ordenan las leyes que deben respetar, y exprese sus disculpas a la familia de la víctima.
Los argentinos hemos sido agobiados con demasiadas muertes. Y más agobiados nos sentimos cuando percibimos la reaparición de los mismos métodos, los mismos personajes, los mismos intereses opacos y la misma impunidad.
La impunidad en Argentina no es resorte exclusivo de un juez, un partido o un gobierno. Es un sistema difuso por el que sectores y grupos se ponen por encima de las leyes que deben protegernos a todos. Y a la que todos debemos someternos si aspiramos a un verdadero estado democrático.
Por eso cada año reivindicamos la memoria de José Luis. Nos negamos a olvidar su crimen, pero más nos negamos a olvidar el valor de su vida.
Por eso, un año más nos reunimos a recordar a José Luis, nuestro colega, nuestro igual, y ante él, por nosotros, decimos PRESENTE!
25/01/2020