El sábado salió al aire el programa de radio en el que Brieger fue protagonista durante décadas. El conductor se refirió a su columnista y a los testimonios de quienes padecieron su abuso laboral y sexual. Cerró el comentario así: “Pedro no seguirá enMarca de Radiohasta que todas las cosas queden debida y definitivamente esclarecidas. Punto”. ¿Punto?
Pedro Brieger es un referente de internacionales en el periodismo. Es además docente en diferentes espacios académicos. También es director del portal Nodal donde desde hace diez años ejerce el maltrato (lo hemos advertido desde el SiPreBA).
Hace una semana, un colega de Brieger decidió acusarlo en Twitter por el acoso sexual que sostuvo durante al menos treinta años sobre alumnas y periodistas. Muchas de las víctimas eligieron el mismo medio para contar y revivir situaciones que las marcaron para siempre, incluso apartándolas de lugares en los que hubiesen querido estar. Es muy necesario que esas voces que hoy pueden hablar y también las que todavía están calladas puedan encontrar una reparación a partir de esta apertura y de las sanciones que le quepan a Brieger.
¿Y entonces qué? Porque a Brieger lo apartaron esta semana de los espacios donde ejercía el periodismo. Y falta poco para que se jubile como docente. Y entonces ese «punto» que decretó su compañero radial pareciera alcanzarse. Y no. Porque Brieger y todo el resto participamos de un sistema bien estructurado en los medios de comunicación. Ese sistema que hace de un abusador, un referente.
Entonces, tenemos una tarea atroz y necesaria que es revisar todo ese sistema. Deconstruir es un término que hemos logrado imponer desde los feminismos y que habla de un análisis de los discursos que cimientan ese sistema perverso. Porque además lo que pasa en los medios de comunicación se reproduce en cada uno de los contenidos y tiene un alcance que cuesta dimensionar.
Sacando a Brieger de los medios y de las aulas vamos a encontrar alguna especie de calma para quienes han sufrido su abuso, pero no vayamos a creer que ahí se terminó el problema. La cancelación muchas veces profundiza el daño porque pareciera concluir una situación puntual, pero eso no puede anular el análisis ese que necesitamos para no volver a sufrir lo mismo.
Uno de los males –probablemente el principal– que padecemos en el sector de prensa es el individualismo. A veces pareciera que la firma, el plano, la primicia valen más que la historia que se cuenta. El sistema es perverso e invita a suscribir contratos fuera de los convenios colectivos, por ejemplo. Y así nos precarizan y nos sojuzgan. Y así terminamos hablando de los piquetes y de los paros que siempre afectan a quienes no se organizan, en lugar de hablar de los reclamos que dan los motivos.
La organización sindical es la única herramienta con la que contamos para combatir ese discurso individualista que, más temprano que tarde, nos condena a la precarización de nuestros derechos laborales y de nuestro oficio. De eso se valen los dueños de los medios para dominarnos. Y también de eso se valen los abusadores. No todos son tan explícitos y burdos como Brieger. Y por eso hablamos de un sistema que sostiene roles y apariencias obligadas para las mujeres en los medios, que da laburo a las personas trans sólo cuando resulta pintoresco, que banca el maltrato, que no admite tonadas ni pieles oscuras. Todo ese entramado sostiene la opresión y es el escenario fértil para que los machitos desplieguen su violencia.
Todo lo que supimos en la última semana se desarrolló en Twitter (ahí tenemos otra trampa del oficio: «cada quien es un medio». No. Las redes sociales son todo lo contrario al periodismo). Con un gobierno que pretende comunicar sus agresiones –porque carece de políticas públicas– por esa vía, podríamos asumirla como válida. Pero tenemos en Buenos Aires y en buena parte del país sindicatos nucleados en la Federación Argentina de Trabajadoras y trabajadores de Prensa que cuentan con buenos protocolos, en su mayoría debatidos y elaborados colectivamente para enfrentar casos de violencia de género y acompañamiento legal para defender nuestros derechos y compañeras para debatir y abrazarnos ante cada abuso. Los sindicatos somos sus integrantes. Si fortalecemos los sindicatos, somos fuertes.
Protocolo
El Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SipreBA) tiene un protocolo de actuación para los casos de violencia sexual en las redacciones y estudios tanto de televisión como de radio.
Por otro lado, la Facultad de Ciencias Sociales activó su protocolo de género y habilitó un mail para recibir denuncias en [email protected].